En medicina hay momentos que hacen historia. Y este es uno: por primera vez en la Argentina se realizó una mastectomía endoscópica, una técnica mínimamente invasiva que hasta hace nada estaba reservada a los principales centros del mundo. El debut fue en el Hospital Universitario Austral y abre un camino distinto: permite quitar la glándula mamaria y reconstruir en el mismo acto, con mejores resultados estéticos y una recuperación más rápida y amable para las pacientes.
El dato de contexto golpea fuerte: el cáncer de mama es el más frecuente entre mujeres y la principal causa de muerte oncológica femenina en el país. Cada año se diagnostican unos 22.000 casos y mueren más de 5500 argentinas. Una de cada ocho mujeres desarrollará la enfermedad a lo largo de su vida. Por eso, cada innovación que reduzca la agresividad del tratamiento y mejore la calidad de vida es una gran noticia.
¿Qué cambia con esta técnica? Mucho. Mientras la cirugía convencional necesita una incisión más amplia, la endoscópica usa un único corte de tres centímetros en la axila y una cámara de alta definición que permite ver todo con claridad inédita. La visión endoscópica no solo mejora la precisión, también permite al cirujano trabajar de pie y con ergonomía adecuada, a diferencia de la técnica habitual, en la que gran parte del procedimiento se realiza en posiciones incómodas y con visibilidad limitada.

En la práctica, esto significa menos cicatrices visibles (3 cm contra los 5 a 8 cm de la cirugía convencional) y menor riesgo de complicaciones como necrosis del pezón, sangrados o infecciones, según muestran estudios internacionales.
La novedad beneficia sobre todo a dos grupos: el 30 % de las mujeres con cáncer de mama que deben hacerse una mastectomía y las que, sin estar enfermas, cargan con una mutación genética que dispara su riesgo. Para dimensionar: mientras que cualquier mujer tiene entre un 8 y 10 % de probabilidad de tener cáncer de mama en su vida, con una mutación BRCA1 ese riesgo trepa al 60–80 %. Con una mastectomía de reducción de riesgo, la cifra baja al 2–3 %. En simples palabras: una cirugía puede transformar un panorama de altísima probabilidad de enfermedad en un margen mínimo de riesgo futuro. “Para una mujer joven con esos antecedentes, la diferencia es enorme y la decisión cobra otro sentido”, recalca el cirujano.
El doctor Gelblung viajó a Turín para formarse con Antonio Toesca, referente mundial y pionero en esta técnica. De regreso en la Argentina, comenzó a aplicar lo aprendido junto al resto del equipo del Centro Mamario, que es dirigido por el doctor Ignacio McLean. La primera experiencia ya fue presentada oficialmente en la Sociedad Argentina de Mastología como primer reporte de caso en el país, un sello clave de validación científica


En el Hospital Universitario Austral, ya se llevaron a cabo varias cirugías bajo esta modalidad con muy buena evolución postoperatoria, lo que refuerza la expectativa sobre su potencial. En efecto, los primeros resultados entusiasman: las pacientes evolucionaron con rapidez y buena recuperación postoperatoria. Y aunque la técnica aún está en curva de aprendizaje, con indicaciones selectivas, el horizonte es claro. “Estoy convencido de que va a pasar lo mismo que ocurrió con la laparoscopía abdominal: en unos años su indicación será el estándar”, se anima a anticipar el experto, integrante -como se ha dicho- del Centro Mamario del hospital, primero en ser acreditado como tal en el país, donde trabajan mancomunadamente cirujanos, oncólogos, radiólogos, genetistas y otros especialistas, asegurando un abordaje integral en la prevención, diagnóstico y tratamiento del cáncer de mama.
En cuanto a la técnica, la primera mastectomía endoscópica marca un antes y un después en la cirugía mamaria: menos invasiva, más precisa y, en consecuencia, más humana.