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24 Jul 2025

Nódulos tiroideos: menos bisturí, más precisión

Un diagnóstico que antes generaba miedo hoy puede abordarse con precisión y calma: los avances médicos permiten tratar muchos nódulos en la tiroides sin extirpar la glándula ni dejar cicatrices. Gracias a técnicas mínimamente invasivas y abordajes interdisciplinarios, hoy se aplican tratamientos personalizados que reducen riesgos y mejoran la calidad de vida.

Un bultito casi imperceptible en el cuello, una ecografía de rutina, una palabra que genera miedo: nódulo. Durante años, el diagnóstico implicó cirugía casi segura y, muchas veces, la extirpación completa de la glándula tiroides. Pero eso está cambiando. Hoy es posible tratar muchas de estas lesiones sin bisturí ni cicatrices, con impacto mínimo en la función de la glándula y una mejor recuperación. Sobre qué opciones existen y cómo se aplican estos abordajes de alta complejidad, hablan especialistas.

Ubicada en la base del cuello, la tiroides regula funciones esenciales como el metabolismo, la temperatura corporal y el ritmo cardíaco. Los nódulos tiroideos -pequeños bultos que aparecen en su interior- son más comunes de lo que se cree: hasta el 50 % de los adultos los tiene. Sin embargo, solo entre un 4 % y un 14 % son malignos, según estudios internacionales. Aunque la mayoría son benignos, el hallazgo naturalmente genera inquietud. ¿Será cáncer? ¿Habrá que operar? ¿Necesitaré medicación de por vida?

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Hoy sabemos que se puede adaptar la estrategia al tipo de nódulo y al perfil del paciente”
Dra. Ana Inés Voogd, jefa del Servicio de Cirugía de Cabeza y Cuello y Oncológica de Partes Blandas del Hospital Universitario Austral
Nódulos tiroideos: menos bisturí, más precisión
Muchos nódulos tiroideos se detectan por casualidad o al notar una pequeña molestia en el cuello.

La Dra. Voogd señala que, gracias a los avances médicos, el abordaje cambió radicalmente: ya no se impone una solución estándar, sino que se construyen respuestas a medida. En muchos casos, sin siquiera necesidad de operar. 

Los equipos interdisciplinarios -integrados por endocrinólogos, cirujanos, oncólogos y especialistas en imágenes- trabajan de forma coordinada, con debates académicos que respaldan cada decisión. La palabra clave: personalización.

Una de las opciones más valiosas para tumores pequeños y de bajo riesgo es la vigilancia activa: un seguimiento riguroso que evita cirugías innecesarias. Cuando la intervención sí es conveniente, también existen alternativas menos invasivas. Por ejemplo, la lobectomía, que permite extirpar solo una parte de la tiroides, o las ablaciones térmicas o químicas, que reducen el tamaño de los nódulos sin necesidad de bisturí ni cicatrices. 

Las técnicas de ablación térmica son procedimientos mínimamente invasivos que utilizan energía térmica (calor) para generar necrosis por coagulación del tejido, lo que provoca la destrucción y reducción del tamaño del nódulo. La radiofrecuencia es una de las más utilizadas. En nódulos benignos, suele indicarse como alternativa a la cirugía cuando pacientes presentan molestias y no desean someterse a una operación. El tratamiento es ambulatorio, no deja cicatriz y permite una recuperación rápida. En algunos casos muy bien seleccionados, también puede emplearse para tratar carcinomas de tiroides o recurrencias ganglionares, evitando así la cirugía convencional. Además, esta técnica se emplea en pacientes seleccionados con adenomas de paratiroides -glándulas cuya función principal es controlar los niveles de calcio- que presentan contraindicaciones para una cirugía tradicional. 

Nódulos tiroideos: menos bisturí, más precisión
La tiroides regula funciones clave del cuerpo: interviene en el metabolismo, la temperatura corporal, el ritmo cardíaco. Preservarla, cuando es posible, mejora la calidad de vida.

Para nódulos hiperfuncionantes o benignos, la radiofrecuencia y las microondas han logrado reemplazar procedimientos más agresivos, como el yodo radiactivo o la cirugía. Otras técnicas de avanzada incluyen la cirugía transoral -sin marcas visibles- y el uso de fluorescencia para preservar las glándulas paratiroides, reduciendo el riesgo de hipoparatiroidismo postoperatorio. Y en los casos más complejos, los tratamientos previos a la cirugía con inhibidores de tirosina-cinasas permiten reducir tumores antes de intervenir.

La precisión también se apoya en el análisis genético. Los test moleculares, aplicados a nódulos indeterminados, ayudan a evaluar el riesgo de malignidad y pueden evitar hasta un 35 % de las cirugías diagnósticas. “Contamos con todas las opciones terapéuticas utilizadas en los principales centros del mundo. Lo importante es que el paciente reciba un tratamiento a su medida”, subraya la doctora Voogd.

Nódulos tiroideos: menos bisturí, más precisión
Con los avances actuales, cada paciente puede recibir un tratamiento a su justa medida.

Confiar sin alarmarse

Muchos nódulos se descubren por casualidad, a través de una ecografía de rutina o por síntomas como dificultad para tragar, presión en el cuello o la aparición de un bulto visible. En cualquiera de estos casos, resulta fundamental acudir a un centro especializado. El diagnóstico temprano es siempre el mejor aliado.

“Entre el 75 % y el 80 % de los nódulos benignos no requieren tratamiento. Solo un 15 % o 20 % puede necesitar intervención si crecen, cambian de aspecto o causan síntomas”, precisa la doctora Jorgelina Guerra, integrante del equipo interdisciplinario que aborda este tipo de casos.

Incluso ante un diagnóstico de cáncer, la mayoría de los tumores tiroideos son de comportamiento indolente, no afectan el funcionamiento de la glándula ni implican una mayor mortalidad. “Es clave explicarlo, porque la palabra ‘cáncer’ suele generar un impacto emocional que no siempre refleja la gravedad real del cuadro”, añade la doctora Guerra. Por eso es tan importante que la atención esté centrada en la persona, no solo en la enfermedad.

En otro tiempo, un nódulo tiroideo era casi sinónimo de bisturí, cicatriz y extirpación total. Hoy, ese reflejo está en revisión. La medicina de precisión, la tecnología mínimamente invasiva y el abordaje interdisciplinario permiten una nueva forma de cuidar: más respetuosa del cuerpo, más centrada en la persona. Saber que un diagnóstico no implica una única vía, que se puede elegir, esperar, conservar y tratar con menos impacto, cambia la experiencia del paciente de raíz.

En ese camino, los equipos médicos especializados acompañan cada decisión con información clara, criterio clínico y opciones actualizadas. Porque cuidar es ofrecer respuestas a medida, escuchar, contener y avanzar con la confianza de que preservar -cuando es posible- también es sanar.

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