El mareo es un síntoma difícil de definir y con múltiples orígenes. Puede describirse como una sensación de inestabilidad, aturdimiento o falta de seguridad al moverse. En la mayoría de los casos no suele ser signo de una enfermedad grave, pero cuando se vuelve persistente o aparece junto con otros malestares, es importante investigar sus causas posibles. “Es un síntoma que aparece en distintos cuadros médicos y requiere una evaluación clínica detallada”, explica el doctor Claudio René Márquez, otoneurólogo del Hospital Universitario Austral. A esto se suma una confusión habitual: el mareo no es lo mismo que el vértigo. El doctor Juan Cruz Di Carlo, subjefe del servicio de Neurología aclara que “el vértigo es la sensación de que todo gira alrededor del paciente, mientras que el mareo es más inespecífico y muchas veces se describe como una inestabilidad o un aturdimiento”.
Como se ha mencionado, múltiples factores pueden ocasionar mareos. Señala el doctor Márquez que “algunas causas son transitorias, como los cambios bruscos de posición, la deshidratación o la hipoglucemia; otras pueden estar relacionadas con el oído interno o con afecciones neurológicas, por ejemplo”.
Una falsa creencia a desterrar: que los problemas en la columna cervical provocan mareos. Pese a lo que muchas personas consideran, la evidencia científica no respalda esta idea. “Las contracturas o rectificaciones en la columna no son la causa del mareo. Para que realmente exista una relación con la columna cervical, tendría que haber alguna alteración en el flujo vascular, lo que es muy poco frecuente”, explica el traumatólogo Juan Pablo Guyot, especialista en columna. Así prosigue: “Se ha sugerido que una contractura severa podría afectar el flujo sanguíneo y generar una alteración del equilibrio, pero en la práctica, el vínculo entre mareo y columna es muy débil. Antes de atribuirlo a la espalda, siempre hay que descartar causas vestibulares, vasculares o neurológicas”.
El mareo ocasional, como el que aparece al levantarse bruscamente o tras un esfuerzo físico intenso, no es motivo de alarma. Pero si se vuelve recurrente o se presenta con otros síntomas, es importante buscar ayuda. “Si el mareo interfiere en la vida cotidiana o viene acompañado de debilidad en el cuerpo, dificultad para hablar o pérdida repentina de la visión, hay que consultar sin demora”, enfatiza el doctor Di Carlo. En estos casos, acudir a una guardia o a un médico clínico es el primer paso para descartar cuadros graves y orientar el diagnóstico.
Además, algunos mareos pueden estar relacionados con factores cardiovasculares. “Las personas con presión arterial baja pueden experimentar mareos al cambiar de posición de manera brusca. También hay casos en los que el mareo es un síntoma de una arritmia o de una insuficiencia circulatoria, por lo que siempre es importante evaluar al paciente en un contexto clínico amplio”, subraya el doctor Márquez.
Como se advertía al comienzo, el vértigo es diferente al mareo y, en términos generales, siempre es motivo de consulta médica. El más frecuente es el vértigo posicional paroxístico benigno, que ocurre cuando los otolitos (pequeñas partículas del oído interno) se desplazan y generan episodios breves de vértigo al cambiar de posición. Otras posibles causas incluyen la neuritis vestibular, una inflamación del nervio del equilibrio que genera vértigo intenso y dificultad para caminar; o bien, la enfermedad de Ménière, que provoca episodios prolongados de vértigo junto con pérdida de audición y zumbidos.
Para determinar la causa del mareo, los médicos recurren a la historia clínica del paciente y a una serie de maniobras específicas. “En el consultorio usamos un protocolo llamado HINTS, que nos permite diferenciar si el problema es del oído o del cerebro observando el movimiento ocular y ciertos reflejos”, detalla el otroneurólogo. Pruebas como el Video Head Impulse Test (vHIT) o la videonistagmografía -que mide los movimientos oculares involuntarios- pueden ser útiles para evaluar la función del sistema vestibular; es decir, el conjunto de órganos sensoriales del oído interno que ayudan a mantener el equilibrio y la orientación espacial del cuerpo. Si se sospecha un problema neurológico, se puede solicitar una resonancia, aunque en las primeras 24 horas algunas lesiones pueden no detectarse.
“Si hay sospecha de una enfermedad neurológica, una resonancia magnética puede ser clave para identificar lesiones en el cerebelo o en otras áreas del cerebro. En pacientes con factores de riesgo cardiovascular, puede ser necesario un electrocardiograma o un monitoreo de la presión arterial”, advierte el doctor Di Carlo.
Aunque muchas veces el mareo es pasajero y no indica un problema serio, no debe ser subestimado. Identificar sus características, su duración y su contexto es fundamental para orientar un diagnóstico adecuado. “El mareo es un síntoma que el paciente debe describir con precisión. Más allá de decir ‘me mareo’, es clave que pueda explicar qué siente y en qué circunstancias le ocurre. Eso ayuda mucho al médico a encontrar la causa y el tratamiento adecuado”, concluye el neurólogo.
En definitiva, el mareo no es una enfermedad en sí misma, pero sí un síntoma que puede tener múltiples explicaciones. Cuando persiste o se asocia a signos de alerta, consultar a un especialista es la mejor alternativa.