Cada 7 de abril se celebra el día Mundial de la Salud por la creación de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se aprovecha en todo el mundo para hacer hincapié en algún aspecto de la prevención o tratamiento de alguna enfermedad prevalente. Sin dudas, el flagelo mundial hoy, desde hace un año, es el virus COVID-19.

Nos preguntamos a diario: ¿Cuál será el impacto de esta segunda ola? ¿Será peor? ¿Más grave? ¿Habrá lugar para los pacientes? ¿Habrá personal para atenderlos?

Lo que sí sabemos hoy es ante quién nos enfrentamos, cómo se contagia, qué daño causa y cómo se previene. Estamos más maduros en todas las áreas, más seguros, sin miedos. Se sabe bien cómo separar los flujos, detectar síntomas tempranos, cómo hacer un aislamiento y atender las necesidades de algún familiar enfermo.

La diferencia con el 2020 en el hospital, que hoy vemos lleno de pacientes en todas las áreas, es que la gente ha perdido el miedo y ha vuelto a cuidar su salud concurriendo a ver a sus médicos para controlarse con los especialistas, no se deja estar cuando tiene síntomas y concurre antes a la guardia cuando siente alguna dolencia aguda. Pacientes con tumores que vuelven a hacer consultas tempranas sin dejar pasar el tiempo que es valioso para lograr buenos resultados con los tratamientos.

Sumado a esto están los pacientes de todas las edades que se contagian el COVID en un contexto claro de circulación viral, sin medidas concretas para detenerla. Esto hace que sea constante la demanda de los pacientes, más allá de la enfermedad que tengan, para lograr ese tan ansiado estado de salud.

Estamos preparados para atender a todos, solo tenemos que poner prioridades y distribuir el recurso humano para poder lograr nuestro objetivo: seguir haciendo medicina centrada en el paciente, pese a todo, manteniendo la calma, con la seguridad de que, apoyándonos en el equipo, vamos a lograrlo.

Dr. Fernando Iudica
Director médico
Hospital Universitario Austral