Aunque suelen ser desestimadas, las infecciones producidas por hongos, pueden ser superficiales o profundas e inclusive graves y con compromiso de vida. Las micosis (nombre técnico) superficiales -es decir aquellas que se limitan a la capa superior de la piel– son las más frecuentes, y suelen extenderse también a los pelos y las uñas.
“Aunque por lo general no son graves, en ‘huéspedes´ inmunocomprometidos como por ejemplo los pacientes trasplantados pueden resultar más severas”, consignó la Dra. María Clara De Diego, residente del staff de Dermatología del Hospital Universitario Austral (HUA).
Producidas más frecuentemente por unos hongos llamados dermatofitos, las micosis superficiales de los pies (técnicamente denominadas tinea pedis) están ampliamente distribuidas por el mundo, y afectan a alrededor del 10% de la población.
“La prevalencia es mayor entre las personas que utilizan duchas o piscinas comunitarias, hacen deportes o bien en quienes usan calzados muy cerrados. La infección puede manifestarse de diferentes formas, siendo lo más frecuente entre los dedos del pie, así como también áreas erosionadas o lastimadas, coloradas, húmedas, con fisuras y escamas blanquecinas”, detalló De Diego.
No obstante, el principal riesgo radica en que la infección puede extenderse hacia las plantas y los empeines ocasionando, por la oclusión del calzado y la co-infección bacteriana, picazón y olor feo.
“Además puede verse escamación plantar difusa o en parches (cuadro denominado ‘plantas peladas’), además de piel engrosada, o con pequeñas vesículas”, completó la especialista.
Por su parte, la infección de las uñas recibe el nombre de tinea unguium y es más frecuente en las uñas de los pies. Puede estar aislada o acompañar la infección de la piel adyacente.
“Generalmente los hongos involucrados son los mismos que en las infecciones de los pies, pero se pueden encontrar otras especies. Se manifiesta más frecuentemente como una opacidad blanquecina amarronada y un engrosamiento de la uña”, refirió la Dra.
Sobre las infecciones en general:
-La mayoría se produce por contagio de persona a persona.
-Ya sea por contacto directo o por exposición a descamación de piel infectada.
-Los tratamientos de la tinea pedis son en general locales (aplicando aerosoles, cremas o pastas con antimicóticos), aunque de acuerdo a la extensión, puede ser necesario un tratamiento sistémico (antimicóticos por vía oral). Por lo general requiere entre 2 y 4 semanas para resolverse.
-Las infecciones de las uñas usualmente requieren tratamiento oral desde el inicio, más prolongado que el de los pies ya que puede extenderse por 6 meses.
-En estos casos es de práctica habitual realizar un cultivo de las uñas afectadas antes de iniciar el tratamiento.
-Es frecuente que se produzca una reinfección, especialmente cuando la tinea pedis se asocia a la infección de las uñas.
“En cuanto a la prevención, conviene evitar la humedad en los pies (se puede, inclusive, utilizar un secador de pelo) y mantener el espacio interdigital (entre dedos). Además se sugiere utilizar calzado no muy apretado y medias absorbentes”, expuso Clara De Diego, residente del staff de Dermatología del HUA.
Por otro lado, las personas que ya presentan la infección, además de realizar el tratamiento médico deben desinfectar el calzado y las medias.
“En cualquier caso, es importante consultar con el dermatólogo ante la aparición de estos cuadros porque tanto la tinea pedis como la tinea unguium pueden servir como puerta de entrada a otros gérmenes o bacterias y así ocasionar infecciones de mayor severidad. Esto es especialmente importante para las personas que presentan trastornos de la inmunidad, incluyendo a los pacientes con diabetes mellitus”, completó.
Contacto:
* María Clara De Diego
Dermatología
Hospital Universitario Austral
mdediego@cas.austral.edu.ar