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La disfagia es un trastorno de la deglución que tiene una prevalencia de entre el 6% y el 9% en la población general. No es una enfermedad, sino una secuela de muchas enfermedades, cirugías o tratamientos oncológicos con quimio y radioterapia en la cabeza y en el cuello.
Quienes la padecen suelen manifestar que “les cuesta comer”, que tosen cuando lo hacen o bien que la comida “no les pasa”. Muchos, inclusive, llegan a atragantarse. Esto, sin dudas, hace que el acto de alimentarse no sea algo placentero.
“En mi caso el trastorno de la deglución se presentó mediante la falta de aire no durmiendo o en reposo pero sí al caminar o moverme luego de haber sido operado hace 1 año y 4 meses de un cáncer de pulmón, y ya estar de alta. Aparentemente, el problema surgió durante la intervención para la anestesia”, cuenta José Izquierdo, paciente del Hospital Universitario Austral (HUA).
“Se le llama deglución al proceso complejo por el cual el alimento pasa de la boca al estómago. Éste involucra 3 etapas: la primera y voluntaria es la oral. Las otras dos, que son involuntarias, son la fase faringe-laringe y la esofágica”, explica el Lic. Rubén Castaño, jefe del servicio de Kinesiología del HUA.
¿Y por qué decimos que es un procedimiento complejo? Porque si bien es rápido, y una vez que el paciente “decidió” tragar, desde la etapa 1 a la 3 sólo pasa un segundo, lo cierto es que en él intervienen 30 músculos, 6 pares craneales, saliva para la producción del bolo y la integridad de las estructuras anatómicas involucradas.
“Según su topografía, la disfagia puede clasificarse en orofaríngea o superior (corresponde a la primera y segunda etapa de la deglución) y disfagia esofágica o inferior que corresponde a la tercera etapa. Las primeras representan el 80% del total”, comenta el especialista.
Ocurre que la segunda etapa de la deglución “se comparte” con la vía respiratoria, razón por la cual cualquier falla o deficiencia en éste movimiento o en la acción muscular, puede generar que el alimento pase al pulmón en forma de aspiración. “Las disfagias provocan dos tipos de alteraciones: por un lado, los trastornos de la eficacia que generan desnutrición y deshidratación, y por el otro los trastornos de seguridad, relacionados con las infecciones pulmonares y en algunos casos la muerte”, refiere Castaño.
Entre las enfermedades que generan disfagia se cuentan el ACV, la enfermedad de Parkinson, distintos tipos de distrofias, la esclerosis múltiple, la diabetes y el cáncer de laringe. No obstante, como postula el Lic. “también pueden desarrollarse una disfagia por cirugías de cabeza y cuello, tratamientos con radioterapia en la cavidad oral y uso de asistencia de un respirador por más de 48 horas, entre otras”.
Detección y tratamiento
El abordaje de esta patología para su diagnóstico y tratamiento debe ser interdisciplinario. “Los profesionales que participan en la evaluación y tratamiento son especialistas en cabeza y cuello, oncología, otorrinolaringólogos, nutricionistas, gastroenterólogos, radiólogos; además de enfermeros, nutricionistas, psicólogos y fonoaudiólogos”, enumera Rubén Castaño.
En cuanto a los métodos de detección el Lic. destacó que existen evaluaciones clínicas y funcionales con distintas texturas y volúmenes, utilizando en algunos casos azul de metileno, en pruebas realizadas a pacientes con traqueotomías. También hay otras instrumentales, como la Fibroscopía, la Videofluoroscopía y la manometría esofágica.
“Al hacerme la prueba de deglución, rápidamente el Lic. Castaño que es mi médico tratante advirtió que yo estaba aspirado. Ahí me internaron e inicié el tratamiento que es muy sencillo y consistía, por ejemplo, en pasar un cepillo de dientes eléctrico por la zona de los músculos de deglución, o hacer ejercicios con la lengua y un sostenedor, o bien inflar los cachetes. Todos ellos me ayudaron a resolver el problema de la falta de aire, cosa que para mí fue muy importante porque me ahogaba, literalmente”, relata José, quien al cabo de unos meses recayó en su trastorno y actualmente se encuentra realizando un nuevo tratamiento.
Los trastornos de la deglución generan en el paciente pérdida de peso y de autoestima, además de que muchos de ellos no socializan o tienen depresión. Por otro lado, pueden desarrollar dependencia para alimentarse a través de una sonda o modificando las texturas de los alimentos, como fue el caso de José que debía optar por los yogures u otras formulaciones blandas. Esto, sin dudas, genera un deterioro en su salud y calidad de vida.
“Por eso es tan importante la rehabilitación de la deglución, que debe ser interdisciplinaria y tiene altos porcentajes de mejoría. Entre las posibilidades se cuentan las maniobras de compensación durante la alimentación, las de rehabilitación directa y la aplicación de electroterapia en algunos casos. También por supuesto el cambio en la consistencia y la textura de los alimentos”, completa el especialista.
Reciente presentación
En el lll Congreso de la Sociedad Europea de la Disfagia realizado en Malmo, Suecia, el Lic. Castaño presentó un trabajo realizado por él y su equipo que muestra cómo los diagnósticos tardíos generan infecciones pulmonares en pacientes que recuperan su función deglutoria luego de la rehabilitación. “Esto explica que las complicaciones respiratorias son evitables cuándo se diagnostica la patología en forma temprana”, señala en referencia al trabajo titulado “Diagnostico tardío: éxitos y fracasos en la rehabilitación”.
Otro de los estudios presentados en el mencionado Congreso, llamado “Evaluación clínica y su impacto sobre indicadores de calidad en un hospital de agudos”, demostró que los trastornos de seguridad y eficacia están asociados muy significativamente. “Esto explicaría que los problemas que surgen de las disfagias en un primer momento son las infecciones pulmonares y la muerte en pacientes con riesgo”, concluye el especialista.
Contactos
Lic. Rubén Castaño
Jefe del servicio de Kinesiología
Hospital Universitario Austral
RCASTANO@cas.austral.edu.ar