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Viernes 30 de enero de 2015

La clínica de tiroides está conformada por los servicios de endocrinología, cirugía, anatomía patológica, imágenes, laboratorio endocrinológico, medicina nuclear y oncología clínica. “La rapidez del diagnóstico logra mayor eficiencia, toma de decisiones correctas, y consensuadas por la riqueza del equipo”, explicó el Dr. Pedro Saco, Jefe del Servicio Cirugía de Cabeza y Cuello. Y añadió: “sólo el 5% de los casos necesita cirugía”.

El diagnóstico de este tipo de nódulos es muy frecuente: “el 40% de los casos surge del chequeo general de salud que suele hacerse en la edad media de vida (50 años) en el Hospital”, explicó el cirujano. “Como la tiroides está al lado de la carótida, uno de los órganos que sí se controlan, también se la ve”, agregó.

La Dra. María del Carmen Negueruela, jefa del Servicio de Endocrinología, comentó que “la sintomatología endocrina es cada vez más sutil, porque la tecnología médica planteada con los estudios de rutina permite diagnosticar las patología en la fase pre – analítica”. Y añadió que “la prevención de tumores tiroideos se hace con la palpación del cuello y ecografía en pacientes portadores de factores de riesgo de enfermedad tiroidea: por ejemplo, en aquellos con familiares enfermos de nódulos o cáncer tiroideo”. Es así que se detecta la cantidad que indica la estadística, un 40%.

Sin embargo, diversos estudios han descubierto nódulos en las tiroides de cadñaveres que jamás en su vida habían manifestado problemas por ello. Para no sobreactuar frente a tanto diagnóstico de nódulos, la caracterización se gradúa en tres categorías, que las jerarquiza el patólogo en el mismo momento en que se extrae el material.

El aumento de chequeos que se realizan y las imágenes que se obtienen, deviene en un aumento de diagnóstico de tumores. Así como se previene la posibilidad de desarrollo de un nódulo no deseado, se diagnostican mucho más totalmente inofensivos. Aquí reside la calidad y profesionalismo del equipo médico que tiene el criterio y solvencia como para determinar la diferencia.

Es muy importante tener clara la estadística: a quienes forman parte del 5% del diagnóstico del tumor maligno (agradecidos de detectarlo) se les extirpa a tiempo la glándula tiroidea de la que se puede prescindir. Ahora, el 95% restante es muy importante que confíe en la pericia médica que recomienda solo controlarlos y no intervenir.

Salvo que el nódulo tenga un tamaño suficiente como para comprometer cavidades linderas u órganos cercanos, este tipo de bultos no presentan sintomatología. “El diagnóstico suele ser accidental. Sólo hay síntomas cuando el nódulo es grande y presiona o compromete el espacio de otros órganos que están alrededor”, manifestó Saco.

Si los nódulos son malignos se tratan quirúrgicamente, sino se realizan controles periódicos cuya frecuencia determina el endocrinólogo. EL yodo radioactivo solo se utiliza en algunos casos de tumor maligno. En casi todos los casos, con la cirugía es suficiente y no se necesita mayo tratamiento que el control.

Yodo en sal
Existen regiones que han sido geográficamente bociógenas: las provincias de Salta y Mendoza. El bocio es el aumento de tamaño de la glándula tiroides, muchas veces por nódulos. El agregado de yodo en la sal hizo mejorar mucho esta situación. En 1967 se aprobó la Ley 17.259, de Prevención de Bocio, en la que se exigió el agregado en las zonas donde la patología era endémica. A partir de entonces, la sal para uso alimentario humano a animal comenzó a ser enriquecida con yodo en su proporción, forma, y dentro de los plazos determinados por esta reglamentación. Se dio inicio así a la mejoría de las estadísticas a partir de la presencia de yodo en la sal de mesa.

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