El 5 de mayo se celebra el Día Mundial del Asma.
Según datos de GINA (Iniciativa Global para el Asma) el asma afecta a más de 300 millones de personas en el mundo y más de 4 millones en Argentina, de los cuales sólo la mitad se sabe enfermo o conoce su diagnóstico, siendo los niños los más afectados.
El asma es una enfermedad que afecta a más de 300 millones de personas en el mundo. Se estima que para el año 2025 habrá 400 millones personas con asma a nivel mundial y el 2050 los afectados serán 500 millones.
Si bien el asma está presente en todos los países, independientemente de su desarrollo o riqueza, más del 80 por ciento de las muertes por asma tienen lugar en países de ingresos bajos y medios bajos (OMS. Asma; 2014).
El asma es una enfermedad pulmonar crónica, caracterizada por síntomas respiratorios recurrentes tales como: falta de aire, silbidos en el pecho, sensación de opresión torácica y tos. Durante una crisis de asma las paredes de las vías respiratorias se hinchan, los músculos que las rodean se contraen y la mucosidad obstruye las pequeñas vías aéreas de los pulmones, dificultando la respiración.
Actualmente, a nivel mundial hay 250.000 personas que todavía mueren a causa del asma1. Por otro lado, el Reporte sobre la Carga Global del Asma, realizado por GINA, documenta que la prevalencia del asma está aumentando a nivel mundial, especialmente cuando las comunidades adoptan estilos de vida occidentales y se urbanizan, y que muchos pacientes alrededor del mundo no encuentran cubiertas sus necesidades relacionadas con la enfermedad, lo que lleva a un pobre control del asma.
A pesar de que el asma no tiene cura, puede ser tratado efectivamente. Las investigaciones muestran que bajo un tratamiento adecuado, prácticamente todos los pacientes con asma pueden lograr y mantener un buen control de la enfermedad, lo que les permite participar de actividades cotidianas, escolares y/o laborales.
Esta enfermedad afecta a más de 4 millones en Argentina, de los cuales sólo la mitad se sabe enfermo o conoce su diagnóstico, siendo los niños los más afectados.
¿Qué implica tener controlado el asma?
– Ausencia (o mínima presencia) de síntomas de asma
– No despertar por la noche a causa del asma.
– Ninguna (o mínima) necesidad de recurrir a medicamentos de alivio rápido.
– Posibilidad de realizar ejercicios y actividades físicas normales.
– Resultados normales (o casi normales) en pruebas de su función pulmonar.
– Ausencia de crisis de asma (o crisis muy ocasionales).
Un factor clave para tener el control de la enfermedad es el acceso a medicamentos antiasmáticos efectivos (corticoides inhalados, broncodilatadores de acción prolongada, de acción rápida y antileucotrienos), así como también a una educación que les permita comprender cómo tomar los medicamentos, cómo evitar factores de riesgo o “disparadores” que agravan el asma, y cómo actuar en caso de que los síntomas empeoren.
La causa más frecuente de asma es la alergia a sustancias inocuas del medio ambiente, como son los ácaros, pelo de animales, cucarachas, hongos y pólenes. Otros desencadenantes a tener en cuenta, son el aire frío, el ejercicio, infecciones virales, emociones violentas, por lo cual conocer la alergia contribuye de manera importante en el control del asma.
Fuente: GINA