En el año 2006 se puso en marcha el Programa de Mentorización en Enfermería del Hospital Universitario Austral, que en este tiempo ha demostrado gran flexibilidad y adaptabilidad a una dinámica de trabajo intensa, compleja y en permanente desarrollo.
“En un nuevo escenario social, sanitario y docente que día a día nos desafía, los profesionales de Enfermería y alumnos son muy variados en su perfil y tienen una gran necesidad de acompañamiento como garantía de una incorporación exitosa o de un aprendizaje práctico seguro. La mentoría es hoy, en el marco de un Hospital que apunta a la calidad del cuidado y a la seguridad del paciente, un valor primordial que permite la adaptación a las exigencias que este objetivo lleva como impronta. El desafío mayor es compatibilizar el cuidado del paciente con el apoyo al ingresante”, refirieron Alejandra Parissotto y Alicia Valentina García, integrantes del equipo de Enfermería del Austral.
La mentorización en Enfermería sigue siendo la gran estrategia de acompañamiento, guía, orientación, enseñanza y evaluación de competencias profesionales e institucionales tanto en relación a pares (otros profesionales de enfermería) como a estudiantes; más aún cuando el objetivo es atraer, motivar y retener a los escasos recursos humanos de Enfermería con los que se cuenta, algo que caracteriza a nuestra región.
“El concepto de mentorización no es nuevo. Proviene de la antigua Grecia, de Mentor, uno de los personajes de la Odisea, la obra de Homero. Mentor cobra protagonismo cuando Ulises deja su hogar para ir a la guerra de Troya y le pide a su amigo que se haga cargo de su hijo Telémaco. Así, Mentor asume el rol de guía, lo educa y le enseña”, relataron las profesionales.
Así, hay una relación imprescindible entre el aspecto formal de la mentorización del recién ingresado y la importancia capital de ser los “guías y maestros” de aquellas personas que deciden ingresar al Hospital buscando la oportunidad de crecer.
Por eso, en el marco del Programa, la mentoría es ejercida por profesionales de todas las áreas, algunos con designación formal y otros que asumen ese rol para ser la vara donde se pueda apoyar el otro.
“Es una suma de valores pero también de virtudes que se viven en el día a día. También está el esfuerzo por ser mejor, lo mejor que se pueda para el otro, para que aprenda de lo bueno. En cuanto al rol, exige de los mentores practicar las virtudes humanas: prudencia, justicia, templanza y fortaleza para no sucumbir en el intento de llevar adelante las tareas diarias”, detallaron.
Así, el compromiso asumido por cada uno de ellos es muy grande y los frutos son importantes, sobre todo porque se tienen que dar ciertas condiciones de ambas partes para que sea fructífero.