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El Parkinson y su relación con el intestino

Lunes 2 de enero de 2017

 

Un nuevo estudio realizado en Estados Unidos confirmó, mediante la experiencia en ratones, que para la aparición de esta enfermedad se requiere de una microbiota intestinal específica. Y eso explicaría la aparición de síntomas no motores, muy característicos de los primeros estadíos de la enfermedad.

Recientemente se dio a conocer un estudio realizado por el Instituto de Tecnología de California (CALTECH) en Estados Unidos, según el cual el origen de la enfermedad de Parkinson podría estar en el intestino.

Así lo establecieron los investigadores a través de su experiencia en ratones genéticamente predispuestos; y esto explicaría la razón por la cual un gran número de pacientes experimenta síntomas gástricos antes que los ya conocidos neurológicos.

“La enfermedad de Parkinson (EP) es una enfermedad neurodegenerativa producida por la acumulación y agregación en el sistema nervioso de una proteína mal plegada denominada alfa-synucleina. Su principal sitio de acumulación, con el consecuente daño neuronal, se produce a nivel de la sustancia negra del cerebro,  provocando la progresiva muerte de neuronas productoras de dopamina, y generando los ya conocidos síntomas motores: lentitud, temblor, rigidez e inestabilidad postural”, comentó la Dra. Natalia Andrea Larripa del servicio de Neurología del Hospital Universitario Austral (HUA).

“Pero más allá de esto, en el año 2003 el neuropatólogo Braak sugirió 6 estadios que explicaron la progresión clínico-patología de la enfermedad. Según esta teoría la enfermedad iniciaría en el tracto digestivo y ascendería a través de axones (nervios) hacia el sistema nervioso central”, continuó la especialista.

Y a través de esta teoría podrían explicarse otros síntomas no motores que no sólo también forman parte de la enfermedad, sino que suelen ser la forma de debut de la misma.

Entre éstos se cuentan la falta de olfato, la depresión, los trastornos en fase REM del sueño y la constipación, que está presente en casi el 80% de los pacientes, y que es el principal indicio de que el proceso neurodegenerativo afecta otras zonas del sistema nervioso como el sistema nervioso autónomo y entérico (intestinal).

“La investigación realizada por CALTECH y publicada en la revista Cell demostró en modelos animales que existe una relación biológica entre el microbioma intestinal y la evolución del Parkinson. Ésta teoría confirma además que la enfermedad tendría sus orígenes en el sistema digestivo, y no en el sistema nervioso central, ya que al estudiar ratones genéticamente modificados se demostró que para la aparición de la enfermedad se requería microbiota específica”, explicó Larripa y completó: “Así, en animales expuestos a trasplantes de microbiota de humanos con Parkinson, se observó mayor compromiso motor que en aquellos que recibían trasplantes de microbiota de humanos sanos, sugiriendo que la composición de flora bacteriana presente en los intestinos de los enfermos de Parkinson no es la misma que en adultos sanos”.

En cuanto a la potencialidad de este hallazgo, la especialista mencionó que se sugiere que las bacterias intestinales regulan la enfermedad de Parkinson y representan un factor de riesgo en sí para el desarrollo de la misma. “Además, mientras que los riesgos genéticos ya han sido identificados, éste estudio demuestra el rol de los factores ambientales y su interacción con los genéticos para determinar la severidad de esta patología”.

Por último, Natalia Larripa dijo que si bien el uso de antibióticos como los que fueron utilizados en el estudio posee riesgos para los seres humanos, abre caminos alentadores para el estudio de futuros blancos terapéuticos para la enfermedad.

Y de hecho eso es lo que pretendían los realizadores de la experiencia, quienes afirmaron en la mencionada revista médica que actualmente las terapias se centran en aumentar los niveles de dopamina en el cerebro, pero estos tratamientos pueden causar efectos secundarios graves, más allá de que a menudo pierden efectividad con el tiempo.

Por eso, y con el objetivo de hallar terapias más seguras y eficaces, los científicos analizaron la microbiota intestinal, observando que los pacientes poseen una flora alterada, con problemas gastrointestinales y alteraciones como estreñimiento, que con frecuencia degenera en déficits motores.

 

Contacto:

Dra. Natalia Andrea Larripa
Servicio de Neurología
Hospital Universitario Austral
NLARRIPA@cas.austral.edu.ar

 

 

 

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