¿Cuidamos nuestra vida?
Cuidar nuestro cuerpo es parte del respeto a nosotros mismos, aunque a veces es difícil.
Podría considerarse que lo dañamos voluntariamente cuando lo sometemos a alimentación inadecuada, gula, drogas, alcohol, exceso de peso, falta de actividad física adecuada o cigarrillo, por mencionar sólo algunos ejemplos.
Pensemos que el ser humano posee una dignidad muy especial en la escala animal.
Según la Real Academia Española de la Lengua, dignidad es una palabra que proviene del latín dignitas, tatis, que signifi ca excelencia. La dignidad especial radica en el hecho de ser personas capaces de conocer, de amar y de realizar nuestra existencia en relación con los demás.
¿Cuidaríamos más nuestra vida si realmente tuviéramos en cuenta esa excelencia?
Si consideramos que somos una unidad de cuerpo y alma, comprenderemos que respetar nuestra vida desde la concepción hasta nuestra muerte natural incluirá también el cuidado integral de nuestra salud: física, psíquica y espiritual.
Elegir bien; la verdadera libertad.
En el momento de elegir entre una opción saludable y otra que nos perjudicará, son muchas las situaciones e infl uencias que se involucran. Un lugar muy importante lo ocupa la cultura de cada uno; en este contexto, entendemos por cultura un conjunto de costumbres que nos son legadas o impuestas. A lo largo del tiempo, van pasando por este mundo generaciones y generaciones, que dejan su huella en la cultura; inmersos en ella, están también los hábitos relacionados con el estilo de vida, cuyo legado puede ser a favor o en contra de una “cultura saludable”.
Cuando conocemos los efectos que cada opción puede tener sobre nuestra salud, estamos capacitados para poder elegir. Es frecuente que se crea que seremos más libres si podemos elegir aquello que nos parece más placentero (una comida, una bebida, un cigarrillo, no hacer el esfuerzo de la gimnasia, dormir en lugar de trabajar, etcétera, etcétera y muchos etcéteras más). Sin embargo, como dijo Lucio Séneca,
“nadie puede considerarse libre si es esclavo de su propia carne” Seremos más libres cuando podamos decir que no a lo que nos perjudica y decir que sí a lo que nos beneficia.
De esa manera, elegir “el bien” nos hace verdaderamente libres.
Ayudas para decir que sí a los hábitos saludables
Conocimiento
Hoy en día el acceso a información es sencillo, a través de internet, libros, conferencias y clases gratuitas que brindan diferentes sociedades y organizaciones.
El médico también es una fuente de información, y sus indicaciones son la guía principal para cuidar nuestra salud.
Adquirir conocimientos acerca del manejo saludable de la hipertensión arterial es una herramienta muy valiosa para que pueda decidir bien. Sin embargo, a menudo nos preguntamos:
¿Por qué, si lo sabemos, no lo hacemos?
No hay que desanimarse ante esta aparente falta de coherencia. Es frecuente que esta incoherencia esté presente hasta en profesionales de la salud que han estudiado en profundidad las implicancias de las decisiones inadecuadas como el tabaquismo, el sedentarismo y algunas otras que hemos mencionado.
Tal vez contribuye el hecho de que estos malos hábitos causen una enfermedad que es silenciosa durante gran parte del tiempo de su evolución: la aterosclerosis. Entonces, mientras no aparecen sus complicaciones, no queremos asumir que estamos dañándonos voluntariamente.
Tal vez se asume una inmunidad inexistente: “a mí no me va a pasar”.
Sin embargo, si bien es cierto que no hay que desanimarse, también lo es que la coherencia es esencial para la salud, no sólo física sino psíquica y espiritual. Y no lo es menos el saber que siempre habrá alguien que nos esté mirando como ejemplos; y, seguramente, saber que algo está mal y hacerlo igual a sabiendas, no será lo que deseamos mostrarles.
Templanza
Es cierto que el ser humano tiene una inclinación natural a los placeres derivados del gusto y del tacto, por lo que es difícil para muchos optar bien.
Podemos pedir ayuda a la templanza, como virtud que modera esas inclinaciones.
Un poco, pero no mucho. El justo medio.
Con templanza, a la luz de la razón, podríamos ser libres, elegir bien y sentirnos alegres por haber decidido a favor de la salud de nuestro cuerpo.
Perseverancia
La constancia en la realización de un objetivo puede ser de ayuda, ya que no son válidos aquellos métodos que ofrecen resultados rápidos, como las dietas milagrosas para bajar de peso. Se trata de “construir” un estilo de vida, por eso se habla de hábitos saludables.
¿Y cuando fallamos?
Sigamos perseverando, no perdamos la esperanza. Porque no se trata de contar nuestras caídas, sino las veces que nos levantamos.
Sir Winston Churchill fue un especial ejemplo de perseverancia cuando repitió tres veces un año en la escuela. Años después, fue invitado por la Universidad de Oxford para dar un discurso. Al llegar ese día al escenario, ante una multitudinaria audiencia ansiosa por escucharlo, colocó su sombrero sobre el atril y, mirándolos directamente, dijo con voz muy alta y vibrante: “¡Nunca se rindan!”.
Transcurrieron algunos segundos. Se alzó en puntas de pie y gritó nuevamente: “¡Nunca se rindan!”. Se hizo un profundo silencio mientras Churchill alargaba su brazo en busca de su sombrero; y abandonó la tribuna. Ese discurso de seis palabras
fue el más corto jamás pronunciado en Oxford. Y su mensaje fue también uno de los más citados y recordados de la historia.
Amor mutuo
Cuando no cuidamos nuestro cuerpo, podemos estar contribuyendo con la pérdida de nuestra salud. Sus complicaciones pueden causarnos limitaciones e incapacidades que en muchos casos podrían haberse evitado o reducido.
Si es así, tendríamos esa parte de responsabilidad sobre el daño que podríamos causar a quienes amamos, ya que sufrirán por nosotros.
Por otra parte, es lógico desear estar lo mejor que podamos para servir, acompañar y dar lo mejor de nosotros a nuestros familiares, amigos y comunidad.
Si bien existen situaciones de enfermedad que no dependen de nuestro estilo de vida, sí deberíamos optar a favor de la salud en aquellas situaciones en las que sí podemos.
El valor de la vida
Del don de la vida somos responsables cada uno en particular, pues no hay don más grande que éste. Al ser el don del que dependen todos los otros dones, es el que más hay que cuidar, el que más hay que proteger.
LA VIDA ES UN REGALO que se tiene por un determinado tiempo… El tiempo pasa y desgasta. El hombre, cumpliendo con su identidad de hombre, debe cuidarse y protegerse. Esperamos que los capítulos de este libro sean útiles para conocer acerca de cómo lograr imprimirle un estilo saludable a nuestra vida.
Fuente:
Libro Manejo Saludable de la Hipertensión Arterial
Carol Kotliar | María Emilia Mazzei | Sergio Volman