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Reducir el riesgo de trasplante de médula ósea

Lunes 3 de junio de 2019

Una investigación liderada por profesionales del Hospital Universitario Austral y la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral demostró que es posible detectar a los pacientes que podrán sufrir mayores complicaciones en un trasplante de médula ósea. Restan realizar estudios en otras poblaciones.

La investigación consistió en estudiar las variables inmunogenéticas que participan del trasplante de médula ósea para identificar los riesgos de los pacientes y poder seleccionar al “donante ideal”. El Dr. Mariano Berro, médico de Hematología del Hospital Universitario Austral y docente de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral, explicó: “Se estudió puntualmente una proteína llamada TGFß1 que tiene importancia en el sistema inmunológico en general”.

Y agregó: “El gen que codifica para esas proteínas tiene unas variantes polimórficas que están presentes en la población general, es decir que tiene una frecuencia bastante alta, que ayudarían a pronosticar qué paciente tiene más riesgo de morirse en un trasplante alogénico de médula ósea”.

El estudio confirmó que los pacientes que tenían la variante polimórfica C fueron los que más murieron debido al trasplante. Y a la vez, se encontró algo nuevo: cuando los donantes tienen la otra variante polimórfica (T), el paciente tiene más riesgo de recaer.

La investigación, de la que participó el Dr. Gustavo Kusminsky, Jefe del Servicio de Hematología y Trasplante Hematopoyético del Hospital Universitario Austral y profesor adjunto de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral, junto a parte del equipo del Servicio de Hematología integrado por el Dr. Mariano Berro, la Dra. María Rivas y el Dr. Pablo Longo y colegas de otras Instituciones, fue publicada en la revista Bone Marrow Transplantatio.

De comprobarse los resultados en otras poblaciones, los pacientes que reciben este tipo de trasplante y que tienen la variante polimórfica C deberían ser especialmente protegidos del riesgo propio del trasplante, por ejemplo, mediante la administración de menores dosis de quimioterapia. Pero, además de contar con la posibilidad de elegir entre posibles donantes, sería recomendable elegir el donante que no tuviese la variante polimórfica T, de modo de reducir el riesgo de recaída.

El Dr. Berro detalló que “todos los individuos tienen una secuencia en el ADN. Una variante polimórfica significa que, en vez de tener una determinada base de ADN, tenemos una diferente. En el código del ADN una letra cambia por otra letra y eso, a veces, y en este caso es así, se traduce en que hay un cambio en un aminoácido en la proteína que ese gen codifica. Entendemos que ese ligero cambio haría que la proteína (TGFß1) se libere en mayor o menor medida a la sangre y por lo tanto se altere su función inmunológica”.

En cuanto a la importancia de la investigación, el especialista aseguró que “a pesar de que ha habido enormes avances relacionados a la práctica del trasplante, la tasa de mortalidad aún es considerablemente alta y se da porque el paciente fallece por dos grandes causas: porque recae su enfermedad o porque el trasplante es demasiado fuerte en sí mismo. Esta segunda causa, a su vez, puede deberse a una infección producto del trasplante o porque la médula nueva “rechaza” al paciente”.

Un estudio previo realizado en Reino Unido fue la base de la investigación. Se detectó que los pacientes que tenían la variante polimórfica C, se morían más y que ello era a raíz del trasplante; no porque volvía la enfermedad sino porque el trasplante les resultaba muy fuerte.

De comprobarse los resultados en otras poblaciones, los pacientes que reciben este tipo de trasplante y que tienen la variante polimórfica C deberían ser especialmente protegidos del riesgo propio del trasplante, por ejemplo, mediante la administración de menores dosis de quimioterapia. Pero, además de contar con la posibilidad de elegir entre posibles donantes, sería recomendable elegir el donante que no tuviese la variante polimórfica T, de modo de reducir el riesgo de recaída.

DATOS SOBRE EL TRASPLANTE DE MÉDULA ÓSEA

  • En el país se realizan entre 900 y 1000 trasplantes de células progenitoras hematopoyéticas, por año.
  • La tasa de mortalidad asociada al trasplante (no por recaída) en muy variable según la edad, la patología, las comorbilidades del paciente y el tipo de donante, pero aproximadamente es del 20-30% a los 2 años del trasplante. Hace 30 años era de alrededor del 40-50%.
  • La tasa de recaída suele ser del 30-40%, algo superior a la de mortalidad libre de recaída, pero no siempre ocasiona la muerte del paciente.
  • Según los cálculos del hazard ratio (un indicador de incremento de mortalidad) la presencia del polimorfismo significó un incremento de 4 veces en el riesgo de mortalidad libre de recaída.

TRASPLANTE DE MÉDULA ÓSEA

El trasplante de médula ósea consiste en reemplazar el sistema inmunológico del paciente por el sistema inmunológico nuevo de la médula del donante, procedimiento que se realiza hace 30 años en la Argentina.

El trasplante alogénico de células progenitoras hematopoyéticas, comúnmente conocido como trasplante de médula ósea, es una herramienta terapéutica necesaria para el tratamiento de diferentes enfermedades oncohematológicas. Más allá de la importancia de los genes de la compatibilidad (HLA), otros aspectos de la inmunogenética son importantes. TGFß1 es una citoquina involucrada en numerosos procesos inmunomoduladores. Se han descripto varios polimorfismos (variantes genéticas presentes en la población general) en el gen de TGF-B1 entre ellos el polimorfismo de nucleótido único (SNP) + 29 del exón 1.

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