Afecta a más de 60 millones de personas a nivel internacional y a más de 1 millón en Argentina.
Según el Consejo Argentino de Oftalmología, el glaucoma es una enfermedad de los ojos que genera daños irreversibles en la vista. Es peligroso porque no suele presentar síntomas en sus comienzos. Por este motivo, suele llamárselo “el ladrón sigiloso de la visión”.
La buena noticia es que, con un diagnóstico oportuno y un tratamiento adecuado, la gran mayoría de los pacientes con glaucoma conserva su visión.
Para combatir el glaucoma, así como otras patologías oculares, hay dos estrategias que no fallan: mantenerse informado y asistir al oftalmólogo al menos una vez al año.
La detección precoz de la enfermedad es crucial porque, aunque sus efectos son irreversibles, su progreso se puede detener mediante la aplicación de gotas oftalmológicas que reducen la presión del ojo. Además, hoy existe un tratamiento con láser ―la trabeculoplastia láser selectiva, SLT por sus siglas en inglés― que evita los olvidos de la colocación de las gotas y los efectos indeseables de la medicación.
Si no se trata, el glaucoma puede progresar hasta causar ceguera. Sin embargo, se estima que la mitad de las personas que padecen glaucoma lo desconocen. Esto se debe a que, en las primeras etapas, la enfermedad es asintomática. Por este motivo, resulta crucial visitar al oftalmólogo con regularidad y realizarse controles, al menos una vez al año, para la detección temprana de esta enfermedad silenciosa, degenerativa, progresiva y crónica.
¿Qué lo causa?
Dentro del ojo hay un líquido transparente que se genera y se elimina constantemente. A veces, por distintas razones, la salida de ese líquido por sus canales naturales se obstruye, lo que aumenta la presión dentro del ojo. Esta presión intraocular alta comprime el nervio óptico y los pequeños vasos sanguíneos que lo nutren, produciendo daños paulatinos pero irreversibles.
¿Qué síntomas presenta?
Habitualmente, el glaucoma no presenta síntomas en sus inicios; de modo que, si la persona los advierte, es posible que su visión ya esté afectada. A veces puede notar:
- Impulso de cambiar frecuente de anteojos, porque ninguno es satisfactorio.
- Dificultad para adaptar la vista en lugares oscuros.
- Pérdida de la visión lateral.
- Arcoíris en forma de anillo alrededor de las luces.
- Dificultad para enfocar la vista en objetos muy próximos.
Esos síntomas no siempre son señales de glaucoma, pero si se detecta alguno de ellos, es conveniente visitar a la brevedad al oftalmólogo.