El estrés es un estado de preocupación que engloba una amplia variedad de síntomas, signos y emociones que ejercen tensión sobre las estructuras mentales y biofísicas de las personas.
La percepción de emociones negativas, indeseadas o realmente agresivas, naturalmente causa tensiones que van a manifestarse en la vida de relación y también en la función básica del organismo.
¿Es posible que los niños sufran estrés?
Cuando se observa a los niños, desde el momento de nacimiento se pueden apreciar respuestas al estrés. El primer llanto, cuya función principal es abrir los pulmones para iniciar la respiración, se registra como una respuesta al estrés, al propio estrés de llegar a la vida. Durante las primeras etapas de la vida, el llanto es la expresión emocional más común de la respuesta a factores estresantes indeseados.
Abrazar y acunar al niño, darle un chupete, ponerle al pecho o cantarle una nana, es la respuesta aliviadora común cuando un niño llora. Se trata de paliar el estrés cualquiera que haya sido la contrariedad que lo haya motivado, ya que es percibido como sufrimiento y debe mitigarse.
Sin embargo, de esa respuesta natural, en nuestra sociedad se ha progresado hacia la creación alrededor del niño de un universo absolutamente protegido y protector que le evite el más mínimo sufrimiento, real o percibido. Y al mismo tiempo, los adultos, las madres y los padres, se estresan terriblemente si les parece que su hijo está padeciendo algo que lo obligue a llorar.
Nos estamos refiriendo a situaciones que puedan generar estrés de forma aguda, momentánea. Otra consideración merecería el padecimiento durante largo tiempo de contrariedades o agresiones. Y, además, solo nos referimos al estrés que genera la vida normal, dejando para otra ocasión situaciones como el ‘síndrome de estrés postraumático’ de los accidentes, agresiones o catástrofes.
Madres, padres y pediatras deben entender que las emociones de carácter negativo, las frustraciones y las contrariedades son parte natural de la vida. Toda ella está llena de circunstancias y situaciones que uno quisiera evitar pero que naturalmente suceden y que a menudo son inevitables.
¿Como podemos acompañar?
La mejor manera de acompañar es estando presentes, mostrando que todas son experiencias y que estas nos ayudan a crecer y a mejorar. Tal vez no hemos sido educados muchos de nosotros en el manejo del estrés, pero debemos disponernos para comprenderlo y así poder ayudar a nuestros hijos.
Fuente:
•Artículo elaborado por la Sociedad de Psiquiatría infantil de la Asociación Española de Pediatría.