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Descripción

La bronquiolitis es una enfermedad común del tracto respiratorio, provocada por una infección que afecta las diminutas vías respiratorias, denominadas “bronquiolos”, que llevan a los pulmones. A medida que estos pequeños conductos se inflaman; se hinchan y se llenan de mucosidad, por lo que resulta difícil respirar. La causa más frecuente es el Virus Sincicial Respiratorio (VSR). Otros virus asociados con la bronquiolitis incluyen el de la gripe o influenza y el adenovirus.

Afecta con mayor frecuencia a bebés y niños pequeños hasta dos años, con una mayor incidencia entre los 3 y los 6 meses porque sus pequeñas vías respiratorias se bloquean con mayor facilidad. Si bien, a menudo, se trata de una enfermedad leve, algunos bebés están en riesgo de sufrir una afección más grave que requiere hospitalización.  Algunos factores de riesgo son:

  • Exposición al humo del cigarrillo.
  • Vivir en condiciones de hacinamiento.
  • Prematuridad (nacer antes de las 37 semanas de gestación).
  • Edad menor de seis meses.
  • Falta de lactancia.

Las infecciones que pueden provocar bronquiolitis son contagiosas. Los gérmenes pueden diseminarse en pequeñas gotas de fluido de la nariz y la boca de una persona infectada. Éstas pueden ser trasladadas por el aire cuando se estornuda, tose o se ríe, y también pueden quedar sobre los objetos como pañuelos usados o juguetes.

Por lo general, la enfermedad llega a su punto crítico en el segundo o tercer día después de que se comienza a toser y a presentar dificultades para respirar, para luego desaparecer en forma gradual. Suele durar alrededor de 12 días, pero los niños que presentan casos más graves pueden continuar con tos durante semanas. Es más frecuente en los meses de otoño e invierno.

Los niños que han padecido bronquiolitis tienen más probabilidades de desarrollar asma en una etapa posterior de la vida, una relación que aún se está estudiando.

Síntomas

Los primeros síntomas de la bronquiolitis suelen ser iguales a los de un resfrío común:

  • Congestión.
  • Moqueo de nariz.
  • Tos leve.
  • Fiebre leve.

Estos síntomas, que duran uno o dos días, son seguidos de un agravamiento de la tos y la aparición de un sonido sibilante (silbidos agudos al exhalar).
En algunos casos, se desarrollan poco a poco dificultades respiratorias más severas, marcadas por lo siguiente:

  • Respiración rápida.
  • Frecuencia cardíaca acelerada.
  • Hundimiento del cuello y el tórax con cada respiración.
  • Aleteo nasal en bebés.
  • Irritabilidad, con dificultad para dormir, vómitos después de toser, falta de apetito y señales de fatiga.

Si la enfermedad es muy severa, el niño puede ponerse de color azulado (cianótico), lo cual es una situación de emergencia.

Prevención y tratamiento

La mejor manera de evitar la diseminación de los virus que pueden provocar la bronquiolitis es lavarse las manos con frecuencia. También puede ser útil mantener a los bebés alejados de aquellos que están resfriados o tienen tos y evitar exponer a los niños al humo del cigarrillo. Además, es fundamental la lactancia materna y estar vacunado.

Debido a que aún no se cuenta con vacunas contra el Virus Sincicial Respiratorio, el interés en los últimos años se concentró en la profilaxis pasiva con un anticuerpo monoclonal humanizado específico contra el VSR (Palivizumab) para bebés que están en alto riesgo de contraer en forma severa la enfermedad.

Por suerte, la mayoría de los casos de bronquiolitis son leves y no requieren tratamiento profesional específico; simplemente darles tiempo a los niños para recuperarse y muchos líquidos. El uso de una perita y gotas nasales de solución salina pueden ayudar a despejar la congestión nasal, muy útil antes de alimentarlo o de dormir. En ocasiones, colocar al niño con la espalda apenas levantada del colchón reduce el esfuerzo por respirar y algunos padres utilizan un humidificador de agua fría en la habitación para ayudar a aflojar el moco pegajoso que puede estar ahogando al niño. A veces, se administran medicamentos para ayudar a abrir las vías respiratorias (broncodilatadores).

Los niños en el hospital pueden necesitar oxigenoterapia y líquidos por vía intravenosa para permanecer hidratados. En ocasiones, en los niños extremadamente enfermos, se utilizan antivirales. Es muy importante consultar al médico precozmente, con el inicio de los síntomas.

Fuentes: Academia Americana de Pediatría, Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires, Sociedad Argentina de Pediatría y Fundación Nemours.

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