El control oftalmológico es fundamental para diagnosticar e identificar patologías de manera temprana, lo que permite prevenir complicaciones graves y mejorar la calidad de vida del paciente. La atención varía según la edad, ya que diferentes patologías pueden afectar la visión en distintos momentos de la vida.
- En los chequeos escolares y en los primeros años de vida, el objetivo principal es identificar errores de refracción y asegurar una correcta alineación ocular. Si se detecta un vicio refractivo o estrabismo, es crucial iniciar el tratamiento con anteojos a una edad temprana, ya que el desarrollo visual ocurre principalmente en la infancia. Si no se trata a tiempo, el niño puede desarrollar ambliopía (ojo vago), lo que limitaría la visión en la adultez.
- En la adultez, es esencial detectar lesiones en la retina que puedan predisponer a un desprendimiento de retina. Es importante que el paciente conozca las pautas de alarma y acuda rápidamente a la atención médica si experimenta síntomas. Además, en adultos, se debe medir la presión intraocular y evaluar el nervio óptico como parte del cribado de glaucoma. Esta enfermedad es conocida como «el ladrón silencioso de la visión», ya que no presenta síntomas en sus fases iniciales, solo siendo perceptible cuando el daño es avanzado y afecta la visión periférica.
- Por último, es importante destacar que el ojo es un órgano blanco de daño en enfermedades sistémicas como la hipertensión arterial y la diabetes. En estos casos, es fundamental realizar fondos de ojo rutinarios para evaluar el daño y ajustar el tratamiento médico según sea necesario, con el fin de prevenir complicaciones oculares.